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Museo y Biblioteca Casa Natal de Domingo Faustino Sarmiento

150 ANIVERSARIO DE PRESIDENCIA DE DOMINGO FAUSTINO SARMIENTO

Nada hacía auspiciar un destino tan célebre para este sanjuanino nacido en una provincia apartada, de familia empobrecida, sin educación superior y sin relaciones influyentes. Un largo camino había recorrido desde su opaca niñez hasta ver coronado con el éxito su perseverancia para hacer realidad su sueño de comandar los destinos de su país. Luchador incansable, superó todas las fatigas de la guerra, del exilio, del escritor y publicista polémico, del educador y del funcionario y logró ocupar un lugar preponderante en la política argentina de su época.

En 1868, mientras cumplía funciones de embajador en los Estados Unidos, Domingo Faustino Sarmiento fue postulado para el cargo de Presidente de la Nación ante el Colegio Electoral, como candidato del Partido Autonomista, con el apoyo de Dalmasio y Aurelia Vélez Sarsfield en Buenos Aires, su amigo José Posse en Tucumán y el general Mansilla dentro del ejército.

Durante el trayecto de su viaje de regreso se producen las elecciones y finalmente es proclamada la fórmula Domingo F. Sarmiento- Adolfo Alsina para el período constitucional 1868-1874.

Entre tanto, Sarmiento, ya en Brasil, esperaba expectante y ansioso los resultados, a tal punto que no podía dormir y sufría diversas molestias físicas.

En su diario de viaje escribió:

   

“… no pego los ojos…el estómago mejor…estoy rumiando melancólicamente sobre la situación en Buenos Aires…”   “…Amanece, y en la cama, me saludan Presidente electo, escrutado, aprobado y debidamente proclamado. En prueba de ello, me muestran el discurso de clausura de la sesión, pronunciado por el venerable doctor Alsina que ha traído un barco…”

 

En esta circunstancia sus primeros pensamientos lo remiten al recuerdo de su madre y de su hijo fallecido.

 

“…Seré, pues, Presidente. ¡Hubiera deseado que mi pobre madre viviese para que se gozase en la exaltación de su Domingo! ¡Pero me sucede lo que a los viajeros que han ido dejando como luces extinguidas sus afecciones en el largo camino ...!”

 

Apenas puso sus pies en Buenos Aires y a pesar de todas las ocupaciones que le esperaban en los días previos a su asunción como presidente, se dirigió a visitar la tumba de su amado hijo, donde lloró amargamente.

Su presidencia integra el período que se conoce como las presidencias fundacionales, tras la presidencia de Mitre (1862/68) y antes de Avellaneda (1874/80). 

El traspaso del mando presidencial de Bartolomé Mitre a Domingo Faustino Sarmiento se realizó en la Casa Rosada el 12 de octubre de 1868. En esta ceremonia se inicia la tradición de la entrega de la banda y el bastón de mando. Fue el primer presidente que recibió la banda y el bastón presidenciales. Su bastón fue un obsequió del general Urquiza y a la banda le cambió el color azul por el celeste que se usa en la actualidad.

Los diarios locales la describen e informan que, durante su desarrollo, cientos de ciudadanos entusiastas, en su afán por presenciar por primera vez este tipo de evento, entraron por la fuerza a la Casa de Gobierno rompiendo ventanas y trepando por columnas y muebles.

 

Conformó su gabinete de ministros con personalidades a la altura del desafío de su tiempo: Interior: Dalmacio Vélez Sarsfield y Uladislao Frías; Relaciones Exteriores y culto: Mariano Varela y Carlos Tejedor; Guerra y Marina: Martín de Gainza. Hacienda: José Benjamín Gorostiaga, Luis L. Domínguez y Santiago Cortínez; Justicia e Instrucción Pública: Nicolás Avellaneda y Juan Crisóstomo Albarracín.

 

“…pueblo rodeado de imposibles debe tener por lema: “… ¡abajo lo imposible! ...”

 

Bajo esta inspiración se abocó a la tarea de llevar a la práctica su proyecto de un país renovado y moderno, el cual comprendía, asegurar las instituciones y la soberanía territorial, promover mejores condiciones intelectuales, morales y civiles en la población a través de la educación, integrar el territorio expandiendo y tecnificando las comunicaciones y el transporte, el comercio, la industria, la agricultura y la minería, atraer la inmigración para acrecentar los recursos humanos y crear un mercado interno para la industria local.

 

Su acción presidencial se vio estorbada por serias dificultades, entre las que destacan: el asesinato de Urquiza y la revolución de López Jordán en Entre Ríos; la terminación de la guerra del Paraguay; la epidemia de Fiebre Amarilla; la Revolución de 1874, el atentado a su vida que felizmente fracasó y una férrea oposición en el Congreso.

 

Ello no impidió que su gestión presidencial significó un salto cualitativo trascendente en todos los aspectos de desarrollo de una nación, especialmente educación, transporte y comunicaciones, ciencia y tecnología, agricultura y minería, legislación, urbanismo y salud pública.

Años después, reflexionando sobre esa intensa etapa de su vida, escribió:

 

“…Sería insensato si afirmara que no he cometido errores en mi vida. He cometido muchos indudablemente, pero tengo el descargo de que ellos han obedecido a mi afanosa precipitación por ver a mi país ocupando el lugar que ya tenía en los anhelos de mi pensamiento. Y como Jesús perdonó a la Magdalena porque había amado tanto, yo espero que mi patria me perdonará los míos porque han nacido todos de mi amor por ella…”

Prof. Valeria Sacchi

Área de Investigación