Este jueves 29 de agosto se restituyó un ejemplar de Aromo Negro en la esquina de Av. Libertador y calle Sarmiento, en el lugar del histórico árbol que había sido talado en 2009. Este ejemplar original tenía aproximadamente 140 años y fue contemporáneo de la gobernación de Domingo Faustino Sarmiento.
Agradecemos especialmente a: Asociación Civil EcoClub, Raúl Bustamante, Paquita Font, y el Ing. Nicolás Cabrera, por la iniciativa. Municipalidad de la Ciudad de San Juan, Dirección de Ambiente a cargo del Ing. Agr. Lisandro Cevinelli y encargada del Vivero Municipal Lic. Verónica Marchese por la colaboración en los trabajos en el espacio físico y la gestión para conseguir el árbol. Dirección de Patrimonio del Gobierno de la Provincia de San Juan, representada por Prof. Gladys González, la Arq. Diana Gil Bielous y la Arq. Gema Bazán, por su valioso apoyo. Renzo Manchini del vivero El Carmelo por la donación del árbol. Mg. Carlos Canga, rector de la Escuela Normal Superior Sarmiento y alumnos. Prof. Rosana Zucotti de Escuela de Enología y Fruticultura y alumnos. Además, queremos destacar la participación activa de los vecinos del Barrio El Carrascal, quienes se unieron a esta causa.
¡Gracias a todos por celebrar y proteger juntos el legado natural e histórico de nuestra comunidad!
A continuación, compartimos el texto de Dr. Juan Mariel Erostarbe el cual se leyó durante el acto.
Conversación entre árboles - Dr. Juan Mariel Erostarbe
En el Barrio El Carrascal, donde todo era piedra, espinas y yuyos, a cuadras de la Plaza 25 de mayo, Paula Albarracín, muy joven heredó un terreno. Allí levantó su propio hogar, costumbre colonial que los sanjuaninos conservan, cuya aspiración, desde siempre, ha sido tener un techo para formar una familia.
Con ese fin comenzó a tejer. En el terreno baldío se encontraba ya su compañera de toda la vida, una floreciente higuera. La casa, que necesitaba de sombra y frescura, fue creciendo en derredor. Una especie de “sol familiar” cuyos rayos al desplegarse acariciaban las paredes de la vivienda. Tener un árbol en el patio de entrada de la casa es muy simbólico: representa un centro, y por su verticalidad se convierte en eje del universo, capaz de unir el cielo con la tierra.
Las manos sanjuaninas y tejedoras de Doña Paula, bajo su cobijo, hicieron surgir los anascotes para los frailes vecinos de la Iglesia de Santo Domingo. Telas que se convirtieron en hábitos, mantas, ponchos y aperos para caballos.
A lo largo del tiempo y a su sombra, se escucharon voces de poetas y pensadores que escribieron sobre el trascendentalismo norteamericano y francés. Aire de cultura que se introducía en el oscuro influjo de la ignorancia y la barbarie…
El Dr. Mo, en uno de sus libros, afirma que, por aquellos años, la propiedad de la familia Sarmiento Albarracín lindaba con la quinta de los Videla. Ahí en la esquina, de lo que es hoy, la intersección de Avenida Libertador y calle Sarmiento, se destacaba un árbol del que solo queda un seco tocón. Era una acacia atramentaria, que en su época de floración daba ramilletes de perfumadas flores y acogedora sombra.
Rincón vegetal visitado frecuentemente por la familia Sarmiento para que el sol sanjuanino se compadeciera de ellos. Por ahí también desfilo la lectura en voz alta para que la magia de lo escrito subiera desde la raíz a la copa perfumada…
Los árboles vecinos se comunicaban a través de la cultura y la lectura. Unas veces mediante el viento frio del Sur y otras con el cálido Zonda, o cuando la familia desgranaba rosarios al ángelus, se inundaba el aire de mensajes transportados.
A modo de espejo dialogaban como vecinas y amigas desde el centro del hogar a la esquina.
Cuando mencionamos la higuera no se puede dejar de pensar en la acacia. Fueron toda la vida una pareja vegetal, unidas por el amor a los libros y el pensamiento libre en medio de un paisaje hostil. Como cara que busca espejo para reflejarse o voz que pretende llegar al oído de alguien para producir la magia de la comunicación.
Leer bajo los árboles es una especie de celebración de la cultura. Sirvieron a Sarmiento para lograr aquel asombro que, desde los griegos, nos llega como legado desde nuestro interior en continua conversación con el exterior. Movimiento pendular que multiplica.
Deseo, desde lo más íntimo, el próspero crecimiento de la nueva acacia, para que la conversación no se interrumpa y pueda cumplir la proclama:
“Afortunado el que pueda fundar otra voz para así seguir con el sueño sarmientino de la educación.”