Una tarde de primavera del 24 de mayo de 1846, Sarmiento llegaba a la localidad de Gran Bourg en Francia para cumplir uno de sus sueños: conocer al ilustre General José de San Martin. En carta a Antonino Aberastain, fechada en París, setiembre 4 de 1846, le dice: “A una legua de Mainville, no lejos de la margen del Sena, vive olvidado don José de San Martín, el primero y el más noble de los emigrados… He pasado con él momentos sublimes que quedarán para siempre grabados en mi espíritu. Solos todo un día entero…”
El gran sanjuanino se sentía ligado a San Martin por recuerdos imborrables de infancia y por un hecho trascendental de su vida: el primer escrito que publicó en la prensa chilena el 11/2/1841, titulado “12 de Febrero de 1817” describía Batalla de Chacabuco. En efecto, el mismo tuvo tal aceptación que le abrieron las puertas de la sociedad intelectual de Santiago de Chile y el puesto de editorialista del histórico periódico “el Mercurio. A su vez encontró la vocación de su vida. Al respecto escribió “…Yo era escritor por aclamación de Bello, Egaña, Olañeta, Orjera, Minvielle, jueces considerados competentes. ¡Cuántas vocaciones erradas había ensayado antes de encontrar aquella que tenía afinidad, química, diré así, con mi esencia! ...”
Sarmiento consideraba a San Martin uno de los héroes máximos de la Libertad Americana cuya talla moral era tal que lo hacía impenetrable a los dardos de sus críticos y cuyo solo nombre significaba Libertad y Honor. Tan es así que a lo largo de su vida dedicó más de una docena de artículos a la figura señera del Libertador entre las que se incluyen su discurso de recepción para ingresar como miembro del Instituto Histórico de Francia, bajo el título “San Martin y Bolívar y su memorable pieza de oratoria cuando se recibieron los restos del Libertador en el muelle de las Catalinas en 1880.
Estos escritos han sido y son actualmente, fuentes para el estudio de la controvertida entrevista de Guayaquil celebrada entre San Martin y Bolívar en 1822, “…De nuestras largas pláticas salió mi discurso de recepción en el Instituto Histórico de Francia, cuyo asunto debía referirse a cuestiones americanas…”
En uno de sus últimos textos sobre el tema, “Las culebrinas de San Martin” rememora como San Marín recordaba a su padre “…Hizo más franca y cordial nuestra primera entrevista, una feliz reminiscencia del General.
—Conocí un Capitán de milicias de San Juan, don Clemente Sarmiento, a quien entregué después de la batalla de Chacabuco, los prisioneros españoles que debían llevarse
á San Juan.
—Es mi padre, señor, y yo vi llegar los prisioneros...
—¡Pero? ... Debía V. ser muy niño...
—Seis años justos, pues he nacido el 15 de febrero y siendo el 11 de 1817 la batalla, los prisioneros han de haber llegado el 20 a más tardar.
—Es raro acordarse. — Como si fuera hoy.
También refiere que su primer artículo aparecido en la prensa chilena posibilito la rehabilitación del héroe de la Independencia y su posterior inclusión en la lista militar de la que había sido excluido “… Cosa Singular… Mi primer escrito en la prensa de Chile, la descripción de la batalla de Chacabuco fue de mayores consecuencias y produjo o aceleró un cambio de opinión en Chile y de posición para el General San Martin, proscrito de su patria y borrado de la lista militar de Chile, cuya independencia aseguró definitivamente,
por las pasiones de aquella lucha de titanes…”
Siempre atento y dedicado a conservar en la memoria colectiva los grandes hechos consagrados a la conquista de la libertad de los pueblos, informa sobre su acción como presidente para preservar los cañones que el héroe de Chacabuco y Maipú, había forjado y usado en sus batallas. “…En 1872, siendo Presidente, visité el Parque de Buenos Aires por no sé qué motivos de servicio Entramos en una sala donde había varias piezas de artillería. Mírelas con interés y mi vista no podía desprenderse de aquellas bellas piezas en bronce.
—¿Qué cañones son estos? pregunté al Comandante.
—Sí creo que son unas piezas que trajo el General Pacheco del interior.
—¡Las culebrinas de Mendoza! exclamé alborozado, echándome
sobre una de ellas, con tanta efusión como si fuera un amigo de años ausente.
Ordené que las sacasen al patio y las aprestasen para enviarlas a Mendoza, devolviéndole aquellas prendas, como devolví a San Juan otras dos…”
San Martín al referirse a Sarmiento, en una carta al general las Heras, expresó: … “la aplicación e instrucción de este joven compatriota lo hacen acreedor a toda consideración, pudiendo asegurarse, desde ahora, que tendrá un porvenir distinguido...”
Prof. Valeria Sacchi
O.C. Tomos II, III, XXII, XLVI y XLIX.